Por eso quiero tu boca.
Porque tiene la capacidad de desprenderse
de mí, como yo nunca pude.
Sin embargo, así me mantengo,
sin ella, dándola por pérdida, cruda y ajena.
Por ello me elevo en sueños,
me enrosco entre sábanas cada noche,
dándole solución a una realidad insoportable.
Y entonces vuelvo a ser,
aquel que sube al tren ansiando el destino.
Allí, hacia la nada, hacia mi todo,
a paraderos desconocidos
donde siempre reinas tú.
Tú,
con tu boca.