¿Qué más exquisito que una mujer en el acto del amor?,
¿Qué más apasionante que la visión de ella al entregarse?;
Indudablemente nada comparable al instante en que cede,
el momento en que decide no oponerse a ser tocada entera,
el instante en que deja de ser la dueña de su propia voluntad...
Maravillosa la unión de los labios
anhelantes de besar;
anhelantes de besar;
donde empieza un recorrido de la piel,
palmo a palmo,
poco a poco,
con delicadeza y lentitud;
poco a poco,
con delicadeza y lentitud;
examinando, primero,
el rostro, el mentón, la oreja, el cuello.
M.P
el rostro, el mentón, la oreja, el cuello.
M.P